Una de las ventajas de contar con los servicios de profesionales en el momento de publicar un manuscrito es que la editora te puede sugerir cuándo es interesante añadir ilustraciones a tu libro.

No todos los libros necesitan ser ilustrados, aunque es evidente que un libro ilustrado, también para los adultos, es visualmente más atractivo. Por este motivo es imprescindible que alguien que entienda de diseño e imagen trabaje la cubierta del libro y proponga las ilustraciones interiores.

Las ilustraciones añaden valor a tu libro

A la gente joven le entra mejor por los ojos un libro con ilustraciones que sin ellas. Por una parte, porque, a menos edad, más necesitan el soporte visual en un libro. Y por otra, porque el lector o lectora joven tiene una cultura eminentemente visual, con lo que da valor extra a la ilustración.

Un dibujo o una fotografía puede añadir matices que son difíciles de ilustrar o concretar con palabras, además que da una visión al lector de cómo el autor imagina a sus personajes.

En libros infantiles y juveniles

¿Cuándo es interesante añadir ilustraciones a tu libro infantil? ¡Siempre! A los lectores de corta edad les gusta fantasear sobre lo que leen a partir de las ilustraciones que acompañan los textos, mucho más que sobre los propios textos. Con una ilustración se fija mejor la historia de la memoria del pequeño lector. Se le abre un mundo gracias a que cuenta, no solo con la historia que narra el libro, si no con la imaginación del profesional de la ilustración.

Por lo que concierne a la parte técnica, añadir ilustraciones a tu libro permite una maquetación más dinámica. Se puede jugar con el diseño, con el tamaño de las imágenes y con la disposición del texto en la página combinando los dos elementos.

En libros de no ficción

¿Cuándo es interesante añadir ilustraciones a tu libro de no ficción? Pues siempre que necesites distribuir el contenido de una forma más visual por la complejidad de los temas. Los cuadros explicativos, las ilustraciones o las fotografías e infografías ayudarán a esponjar el texto y a mejorar la comprensión de conceptos abstractos o complicados.

Trabajar con artistas (ilustradores, fotógrafos, diseñadores, infógrafos…) enriquecerá tanto la experiencia del autor o autora del texto como el resultado final del libro.